Mi jardín

Tuve un jardín de rosas blancas; por años lo cuidé, aboné cada rosa. En el proceso, sembré rosas rojas, rosadas, amarillas y hasta violetas.

Eventualmente sembré begonias, girasoles, cada brote era un acontecimiento único,
una esperanza diferente a cualquier otro brote que mi jardín pudo darme.

Los mejores años de mi vida los dejé en mi jardín, en mis rosas azules, en mis azucenas, en mis gardenias.

Luego de siete maravillosos años, mi jardín enfermó, las bella a las once fueron las primeras en sucumbir, no les tenía mucha fe pero eran mis diminutas flores.

Un día de colores pálidos,
comencé a ver tristeza en mis rosas blancas, tristeza que rapidamente se extendió a las azules, amarillas, hasta los girasoles abandonaron el brillo de la vida…

Pulgones, plagas, clima y hasta larvas atacaron,
así pasé de tener el lugar más hermoso que pude cultivar,
a tener un panorama desolador, tétrico, deprimido…

Hoy el jardín no existe, el suelo se contaminó, derramaron aceites, basura… ¡Lo quemaron!

hoy siembro en macetas, tengo pocas flores blancas, una azul, ninguna begonia, todas las azucenas murieron, pero aún guardo la esperanza de volver a tener en ese idílico lugar, las aguas siempre vuelven a su cauce.